Friday, May 27, 2011

Dejen su hipocresía debajo de sus camas, que no les creo a sus bocas, no les creo a sus manos manchadas con su propio barro, su piel desgastada que grita y grita porque quiere ser. Quién te dice, ojitos secos, que lo que haces no es correcto, que tus vestiditos tan cortos sin flores no deberías llevarlos puesto. Tápate los oídos y no los mires que te vienen con unos cuentos que de rodillas te dejan pidiéndole perdón al viento, a sus dioses con máscaras, a sus reglas violentas, a su perfección de otros tiempos. Sin explicaciones con tu frente en los astros, que tu sangre sólo fluya por tus cavernas y que tus actos, si dañan, no lo han hecho más que el resto.
¡Que le besen los labios!
Esa boca necia
Siempre partida
Triturada en el centro
Con la piel desmenuzada
Y sus llantos sin caudal

¡Que corran más lento!
Esos pies tan débiles
Congelados desde la punta
Sin caricias sanadoras
Que le aten los cordones
Y sin bailes para amar